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jueves, 8 de septiembre de 2011

NOTICIA

EL DETERIORO DE LOS MONUMENTOS DE TUNJA


Todas las madrugadas el zaque de hunza era llevado a los cojines en lujosas andas. Rodeado de los jeques e indígenas y de numerosos músicos que amenizaban el recorrido con música y ritmos al son de flautas, fotutos, pitos, trompetas, caracoles y tambores. Cuando salía el sol en el firmamento por el oriente en línea hacia Ramiriquí el zaque de hunza se arrodillaba en las dos piedras sagradas y oraba en común unión con los sacerdotes muiscas  y con las gentes  devotas  de la divinidad solar. Los aborígenes oraban, cantaban, danzaban y en algunos días especiales hacían los sacrificios de los moxas, que eran niños de 12 años consagrados al sol, a quienes se les sacaba el corazón como una ofrenda sagrada  a xué o zuhé el astro rey; con su sangre se rociaban las piedras sagradas de los cojines del zaque.
Los cojines del zaque son dos piedras en forma circular, talladas en una roca de gran dimensión por los indios chibchas. Este monumento indígena se localiza en el occidente de la ciudad de Tunja, al iniciarse el alto de san lázaro o “loma de los ahorcados” y cerca de la vía que va a villa de leyva, pero lamentablemente es otro de los tantos lugares  que se encuentran en estado deteriorado ya que pareciera que las historias que nos recuerdan han sido borradas de la memoria de los tunjanos.
Se olvidaron de Bolívar
¿Qué pensaría el libertador simón Bolívar si observara su monumento lleno de grafitis, rayones, rotos y hasta caninos que se acercan a él para hacer sus necesidades? Tal vez desilusión y tristeza porque pareciera que el pedestal de la estatua no les interesa y mucha menos su historia.
Tal vez muchos de nosotros  vamos a la plaza de Bolívar nos comemos un helado, le damos maíz a las palomas ó simplemente cruzamos con afán sin percatarnos de la estatua que esta en todo el centro y hasta  algunos no conocen su historia ni del porqué esta allí; como es el caso de Myriam Rodríguez una tunjana que lleva viviendo en la ciudad 36 años y dice que es Bolívar pero del porqué esta allí no lo sabe y tampoco le interesa su estado de dejación ya que ella prefiere que le hagan arreglo a las vías de la ciudad por las que tiene que transitar todos los días y no a una simple estatua como ella lo llama.
Miguel sarmiento es un hombre de 72 años de edad al que le gusta salir todas las tardes a sentarse  en la plaza de Bolívar a ver como vienen y van las personas que transitan por el lugar ya que como él argumenta no le gusta quedarse en la casa solo así que no tiene más remedio que pasarse la tarde sentado con su amigo Bolívar.
Miguel comenta  llevo varios años en esta rutina y nunca he visto quien le haga reparaciones  o algún tipo de mantenimiento a la estatua, lo que le parece inaudito ya que siendo uno de los símbolos más representativos de Tunja  no sea tratado como tal”.
La estatua de Bolívar data de 1883 y aunque inicialmente estaba destinada a colocarse en Bogotá finalmente  por motivo del centenario de la independencia Núñez la regalo a Boyacá y fue inaugurada  en conmemoración  a la batalla de Boyacá el 7 de agosto de 1891.
Dora Cifuentes argumenta “este tipo de monumentos deben tratarse con respeto porque son el legado de una historia que de cierta manera nos representa   no solo a los boyacenses sino como colombianos y da mucha tristeza que se encuentren rayados y llenos de basura”. Dora propone que como comunidad debemos organizarnos y hacer una limpieza a algunos de los monumentos de nuestra ciudad.
¿Qué pasa con los otros monumentos?
 El monumento a Bolívar o los cojines del zaque no son los únicos monumentos y sitios turísticos de la capital boyacense  ya que también encontramos el pozo de Hunzahúa (el pozo Donato) el cual esta lleno de basura y algunos jóvenes lo transitan no precisamente para ver su hermosura y disfrutar de la tranquilidad que se siente en el lugar sino por el contrario van a consumir vicio allí. Y que tal el mono de la pila que representa el Dios del silencio  ubicado en la plazoleta de la calle 20 con carrera 8: cuenta la leyenda  que se debe hacerse silencio al colocarse frente al mono  y simbolizaba la recogida del agua de la pila, las personas no conversaban para hacerlo más rápido y sin distracciones pero al parecer el silencio no es lo que reina en las noches cuando se escuchan peleas en ese sector.

En la glorieta del norte de la ciudad de Tunja en donde se bifurcan las vías para Sogamoso y Bucaramanga, se localiza el monumento ala raza indígena, con el cual se recuerda el sacrificio de Aquimín, el último zaque de Tunja pero  tal vez no fue suficiente el sacrificio de este zaque para que lo traten con respeto porque todas las tardes se pueden observar algunos desechables tratando de refugiarse bajo la sombra de este monumento y a lo que Mario Infante un  policía que estaba en el sector respondió “siempre se   trata de sacar a estas personas del lugar pero es que ellos siempre vuelven
Observar los monumentos en ese estado no es orgullo para Tunja  y deben tratarse con respeto  para que la ciudad se vea más bonita y los turistas que la visitan queden impactados no solo con el monumento sino con el buen estado y la limpieza que los debe caracterizar ya que hacen parte de nuestra historia pero por ello no deben quedar como tal “hechos historia”


                                                                                               





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