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jueves, 8 de septiembre de 2011

CUENTO

LA CENICIENTA



Hubo una vez, hace mucho, mucho tiempo una joven muy bella, tan bella que no hay palabras para describirla. Se llamaba Cenicienta
Cenicienta era pobre, no tenía padres y vivía con su padrastro, un hombre  viudo muy cascarrabias que siempre estaba enfadado y dando órdenes a  grito entero.



Con el padrastro  también vivían sus dos hijas, que eran muy feas e insoportables. Cenicienta era la que hacía los trabajos más duros de la casa, como por ejemplo



Limpiar la chimenea cada día, por lo que sus vestidos siempre estaban sucios o manchados de ceniza, por eso las personas del lugar la llamaban cenicienta. Cenicienta apenas tenia de amigos, solo a dos ratoncitos muy simpáticos que vivían en un agujero de la casa.
El padrastro de cenicienta siempre había sentido una gran atracción por ella ya que la muchacha era muy hermosa así que se atrevió a pedirle matrimonio pero ella se negó por eso él la trataba muy mal y con gran desprecio.
   Un buen día, sucedió algo inesperado; el Rey de aquel lugar hizo saber a todos los habitantes de la región que invitaba a todas las chicas jóvenes a un gran baile que se celebraba en el palacio real.



El motivo del baile era encontrar una esposa para el hijo del rey; el príncipe! para casarse con ella y convertirla en princesa.
La noticia llego a los oídos de cenicienta y se puso muy contenta. Por unos instantes soñó con que sería ella, la futura mujer del príncipe. La princesa!
Pero, por desgracia, las cosas no serían tan fáciles para nuestra amiga cenicienta...
El padrastro de cenicienta le dijo en un tono malvado y cruel: - Tú Cenicienta, no irás al baile del príncipe, porque tu serás mi esposa y te quedarás aquí en casa fregando el suelo, limpiando el carbón y ceniza de la chimenea y preparando la cena para cuando mis hijas regresen.
Cenicienta esa noche lloró en su habitación, estaba muy triste porque ella quería ir al baile y conocer al príncipe.
Al cabo de unos días llegó la esperada fecha: el día del baile en palacio



Cenicienta veía como sus hermanastras se arreglaban y se intentaban poner guapas y bonitas, pero era imposible, porque eran muy feas..pero sus vestidos...eran muy bonitos!
Al llegar la noche, sus hermanastras partieron hacia el palacio real y su padrastro se dirigió a una vieja taberna del reino mientras cenicienta, sola en casa, una vez más se puso a llorar de tristeza.
Entre llanto y llanto, dijo en voz alta: - ¿Por qué seré tan desgraciada? Por favor, si hay algún ser mágico que pueda ayudarme... Decía cenicienta con desesperación.
De pronto, sucedió algo increíble; se le apareció un hada Madrina muy buena y muy poderosa.



Y con voz suave, tierna y muy agradable le dijo a cenicienta; - No llores más, te ayudaré.
De verdad? dijo cenicienta un poco incrédula...pero como vas a ayudarme ? no tengo ningún vestido bonito para ir al baile y mis zapatos están todos rotos!
La hada madrina saco su varita mágica y con ella toco suavemente a cenicienta, y al momento...oh!, que milagro! un maravilloso vestido apareció en el cuerpo de cenicienta, así como también unos preciosos zapatos.



Ahora ya puedes ir al baile del palacio cenicienta, pero...ten en cuenta una cosa muy importante: tú vestido a las 12 de la noche... volverá a ser los harapos que llevas ahora.
Hay algo más que debes saber, delante de la casa te espera un carruaje que te llevará al gran baile en palacio, pero a las 12 de la noche, se transformará en una calabaza Bien, dijo cenicienta, ya soy feliz, solo por poder ir al baile.



Cuando cenicienta llego al palacio, causo mucha impresión a todos los asistentes, nadie nunca había visto tanta belleza, cenicienta estaba preciosa!
El príncipe, no tardo en darse cuenta de la presencia de esa joven tan bonita. Se dirigió hacia ella y le preguntó si quería bailar.

Cenicienta, dijo si!, claro que sí! Y estuvieron bailando durante horas y horas...



Las hermanastras de cenicienta no la reconocieron, debido a que ella siempre iba sucia y llena de ceniza, incluso se preguntaban quien sería aquella chica tan preciosa.
Pero de repente...oh!, dijo cenicienta, son casi las 12 de la noche, mi vestido esta a punto de convertirse en una ropa sucia, y el carruaje se transformará en una calabaza!
- ¡Oh, Dios mío! ¡Tengo que irme! le dijo al príncipe que estaba en sus brazos bailando.



Salió a toda prisa del salón de baile  bajó la escalinata hacia la salida de palacio perdiendo en su huída un zapato, que el príncipe encontró y recogió.
A partir de ese momento, el príncipe ya sabia quien iba a ser la futura princesa... la joven que había perdido el zapato!, pero..Caramba!, exclamo el príncipe, pero si no se ni como se llama, y mucho menos donde vive!
   Para encontrar a la bella joven, el príncipe ideó un plan. Se casaría con aquella que pudiera calzarse el zapato.
Envió a sus sirvientes a recorrer todo el reino. Todas las jóvenes, chicas y mujeres se probaban el zapato, pero no había ni una a que pudiera calzarse el zapato.



Al cabo de unas semanas, los sirvientes de palacio llegaron a casa de Cenicienta.
El padrastro  llamó a sus feas hijas para que probasen el zapato, pero evidentemente no pudieron calzar el zapato.
Uno de los sirvientes del príncipe vio a cenicienta en un rincón de la casa, y exclamo: -eh!, tu también tienes que probarte el zapato! Pero su padrastro exclamo que ella era su esposa, así que los sirvientes desistieron de su idea  y auque ella intento decir la verdad su padrastro se la llevo de inmediato.
A los pocos días el padrastro de cenicienta se la llevo muy lejos y se  caso con ella obligándola  a permanecer por el resto de su vida a su lado y mientras tanto  dejo a sus hijas en su antigua casa.
Después de muchos años el príncipe perdió la esperanza de encontrar  a aquella mujer tan hermosa, así que decidió casarse con una de las hijas del padrastro de cenicienta ya que ella había insistido mucho.
Cenicienta nunca más volvió a ver al apuesto príncipe, vivió desdichada con su esposo  en un lugar muy lejano hasta el último de sus días.
FIN.


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